PROCLAMA 2017

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viernes, 19 de septiembre de 2008

Procesos De Bendición

Es importante hacer notar que toda la situación ocurrida en la historia de Jacob, presenta un plan perfecto de Dios. Él había dicho a Rebeca “… Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; el un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor”. (Gn. 25:23).

Al pasar de los años cada uno de los miembros de esa familia comenzó a intervenir en el plan de Dios. Se ve la parcialidad de los padres hacia su hijo preferido y realizan actuaciones equivocadas en pos de modificar de una manera inconsciente el plan de Dios: una esposa que engaña a su esposo por favorecer a su hijo predilecto; un hijo suplantando a su hermano para agarrar una bendición que según el plan humano no le correspondía; y un hermano que por saciar el hambre que tenia, vende su primogenitura sin pensar en los beneficios futuros de ésta. (Gn. 27:15-20)

Estaba escrito que el Señor tenía su promesa fundamentada en Jacob. Por eso aunque éste engañó a Isaac su padre, cuando fue descubierta la verdad, igual su padre le continuó bendiciendo.

Nos cuesta entender que Jacob se convirtiera de un engañador a un adorador. La Biblia nos enseña que a partir del momento en que fue bendecido comienza en él un proceso de perfección:

Sueños de Dios: Jacob nunca había tenido sueños de Dios hasta que fue bendecido; nunca había hablado de Dios. “Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso en su cabecera y se acostó en aquel lugar. Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí Ángeles de Dios que subían y descendían por ella” (Gn. 28:11)

Recibió las promesas de Dios para su vida: “... Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. …. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.” (Gn. 28:13)

Reconoce a Dios: “… Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. … ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. …..” (Gn. 28:16-18)

Aquel Jacob que murió adorando, bendiciendo, y con fe en que sus huesos iban a entrar a la tierra prometida, no era así en sus inicios, tuvo que pasar por un proceso de bendición. Siendo el nieto de Abraham, el hijo de Isaac; venia de una familia de verdaderos hombres de fe, quienes vivían bajo los mandatos y preceptos de Jehová y que habían recibido la promesa de heredar la tierra prometida; sin embargo él no conocía a Dios.

Jacob representa a aquellos jóvenes que crecieron escuchando la palabra de Dios, viviendo en hogares donde sus principios y valores estaban fundamentados en las instrucciones divinas, pero ellos aun no conocen a Dios.

Al igual que Jacob nuestra familia tiene que pasar por un proceso de bendición.

Así como Isaac muchos de nosotros hemos recibidos la promesa de que nuestra cimiente pertenece a Dios, y estamos en espera de ver a nuestra familia completa sirviéndole al Señor. Pero mientras esto ocurre debemos mostrar misericordia y tener la gracia de poder predicarles a través de nuestro testimonio: bendiciéndoles aunque estén obrando mal, orando por ellos para que el Señor haga la obra y rompa toda atadura del enemigo e instruyéndoles en el buen camino a Cristo.

Jacob conoció al Dios vivo, se arrepintió de sus pecados y recordó a Dios su promesa. Por esto pasó a otra dimensión: ya no fue más Jacob, el engañador, sino Israel, padre de naciones. ¿Por qué ese reconocimiento tan grande de parte de Dios? Porque era un hijo de promesa, el cual fue bendecido y empezó a poner a Dios como su piedra (Gn. 31:45-46).

La piedra representa a Jesús: “es la piedra que desecharon los edificadores...” (Mt.21:42). Cristo es la roca donde nuestras casas deben de estar afirmadas. Al conocerlo y ponerlo por señal llegamos a otro nivel de bendición. Hacemos de Jesús señal cuando lo convertimos en nuestro reposo, nuestra roca y mostramos al mundo un buen testimonio viviendo en santidad y obediencia; lo que hace que la unción del Espíritu Santo venga sobre nuestras vidas, siendo bendecidos abundantemente y siendo capacitados a su vez para bendecir a otros.

Somos bendecidos para bendecir. Muchas veces nosotros maldecimos a las personas que están obrando mal y terminamos de arruinarlos con nuestra maldición, olvidando que nuestro deber es bendecirlos. La clave para desatar toda atadura se encuentra en que si hemos visto personas que no han madurado en algunas áreas, debemos saber que Jesús es poderoso para romper toda atadura del enemigo, Cristo puede hacer libre una vida de lo que sea. Cuando nuestros hijos o algún hermano actúan de forma equivocada, debemos bendecirlos. Así como Isaac cuando descubrió que había sido engañado, no sólo por su hijo, sino también por su mujer, en lugar de maldecir a Jacob lo bendijo, desatando en él un proceso de bendición que lo llevó de ser engañador a ser un hombre grande, un hombre de Dios, movido por la fuerza del Espíritu Santo; así hoy nosotros debemos poner a Cristo por señal, indicando que somos hijos de Dios, manteniendo nuestro buen testimonio, poniendo vino y aceite a la roca y recordando que El Señor nos ha bendecido para que bendigamos.

“Mensaje disponible en audio. Código de Referencia No.: ACC0701071”

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